El melasma, también conocido como cloasma, es una forma de hiperpigmentación que aparece en la cara, en especial en las mejillas, el puente de la nariz, la frente y el labio superior, y en ocasiones en otras partes del cuerpo que sufren exposición al sol, como los antebrazos. Los hombres también pueden sufrir la aparición de melasma, pero es mucho más habitual en mujeres.
La melanina es el pigmento que define el color de la piel de las personas. El aumento de la producción de melanina es el causante del melasma. Se cree que dicho aumento se produce debido a cambios en los niveles hormonales, en especial los que se originan durante el embarazo y el uso de anticonceptivos orales, así como los que ocasiona la exposición al sol.
El melasma no es nocivo bajo ningún concepto, pero puede generar aflicción cuando es muy evidente.
Entre el 10 y el 15 % de las mujeres embarazadas padece melasma; de hecho, a esta afección se la conoce a veces como «la máscara del embarazo».
Durante el embarazo, las hormonas endógenas (es decir, las hormonas que genera de manera natural el cuerpo) estimulan a los melanocitos (las células productoras de melanina ubicadas en la capa basal de la epidermis) para que produzcan más melanina.
El melasma es una hipermelanosis crónica adquirida de la piel, caracterizada por máculas marrones irregulares distribuidas simétricamente en áreas del cuerpo expuestas al sol, particularmente en la cara. Es una causa común de demanda de atención dermatológica que afecta principalmente a las mujeres (especialmente durante la menacma) y a más fenotipos pigmentados (piel Fitzpatrick tipos III-V). Debido a su compromiso facial frecuente, la enfermedad tiene un impacto en la calidad de vida de los pacientes. Su patogenia aún no se comprende completamente, aunque existen algunos factores desencadenantes conocidos como la exposición al sol, el embarazo, las hormonas sexuales, los procesos inflamatorios de la piel, el uso de cosméticos, esteroides y fármacos fotosensibilizantes. También existe una clara predisposición genética, ya que más del 40% de los pacientes informaron tener parientes afectados con la enfermedad. En este manuscrito
En aproximadamente el 40-50% de las pacientes de sexo femenino, la enfermedad se desencadena por el embarazo o por el uso de anticonceptivos orales. Del 8% al 34% de las mujeres que toman AOC (anticonceptivo oral hormonal combinado) desarrollan melasma, que también se informó después de la terapia de reemplazo hormonal.
La historia natural del melasma aún no se ha estudiado adecuadamente. Los estudios muestran una reducción significativa en la prevalencia después de los 50 años de edad, que puede deberse a la menopausia y la reducción en el número y la actividad de los melanocitos que ocurre con el envejecimiento.
El melasma asociado con el embarazo generalmente desaparece por completo (con tratamiento) dentro del año posterior al parto. Hay un 6% de remisión espontánea. Sin embargo, hasta el 30% de los pacientes desarrollan alguna secuela pigmentaria. La enfermedad es más persistente en mujeres que usaron anticonceptivos orales y en melasmas con pigmentación más intensa. Las recurrencias son comunes en embarazos posteriores y las posibilidades de desarrollar melasma por primera vez durante el embarazo aumentan con un historial de embarazos múltiples